quinta-feira, 22 de janeiro de 2009

A democracia torna as pessoas melhores?

Em tempos de comemoração da democracia como regime político capaz de tornar o mundo um lugar melhor, pareceu oportuno publicar o mito do Epimeteu, contado por Protágoras, em diálogo homônimo de Platão. Esse mito é a defesa poética mais eloqüente que conheço da democracia. Infelizmente ainda não há uma tradução on line em português desse diálogo, ainda que ele esteja disponível para download no Domínio Público em espanhol. O mito é contado por Protágoras, o grande e respeitado sábio de Abdera, como resposta à pergunta de Sócrates se a virtude pode ser ensinada. A posição de Sócrates é que não, enquanto Protágoras julga que a democracia, enquanto regime político, pode tornar as pessoas em geral e os cidadãos em particular melhores (virtuosas).
Questão antiga, tema atual...

(...) Pero, cuando se reunían, se atacaban unos a otros, al no poseer la ciencia política; de modo que de nuevo se dispersaban y perecían.
Zeus, entonces, temió que sucumbiera toda nuestra raza, y envió a Hermes que trajera a los hombres el sentido moral y la justicia, para que hubiera orden en las ciudades y ligaduras acordes de amistad. Le preguntó, entonces, Hermes a Zeus de qué modo daría el sentido moral y la justicia a los hombres: «¿Las reparto como están repartidos los conocimientos? Están repartidos así: uno solo que domine la medicina vale para muchos particulares, y lo mismo los otros profesionales. ¿También ahora la justicia y el sentido moral los infundiré así a los humanos, o los reparto a todos?» «A todos, dijo Zeus, y que todos sean partícipes. Pues no habría ciudades, si sólo algunos de ellos participaran, como de los otros conocimientos. Además, impón una ley de mi parte: que al incapaz de participar del honor y la justicia lo eliminen como a una enfermedad de la ciudad.»
Así es, Sócrates, y por eso los atenienses y otras gentes, cuando se trata de la excelencia arquitectónica o de algún tema profesional, opinan que sólo unos pocos deben asistir a la decisión, y si alguno que está al margen de estos pocos da su consejo, no se lo aceptan, como tú dices. Y es razonable, digo yo. Pero cuando se meten en una discusión sobre la excelencia política, que hay que tratar enteramente con justicia y moderación, naturalmente aceptan a cualquier persona, como que es el deber de todo el mundo participar de esta excelencia; de lo contrario, no existirían ciudades.

Nenhum comentário:

Postar um comentário